domingo, 20 de marzo de 2016

Aprendiendo humildad



21 de marzo de 2016, 00:15 horas

Dejo registro del día domingo que ya se fue.

Hoy desperté temprano. Ya a las 8 de la mañana estaba despierto. Después de la ducha me di cuenta de que me sentía mejor, que mi ánimo estaba más recuperado. El sábado me levanté tarde; no tenía ganas de nada y por la noche nos acostamos todos temprano en casa. Creo que me hacía falta descansar, mucha falta descansar. Muchas horas despierto y pocas horas de sueño de calidad; mas todo el peso de mi situación económica, el no poder ir al Instituto por no pagar mis responsabilidades, las llamadas a mi trabajo cobrándome, la vergüenza que esto me causa, no poder darle a mi familia lo que merece, en fin, todo lo que deriva de esto, de no saber administrar el dinero. Bueno, qué decir del despilfarro energético por la falta de voluntad y de conciencia, por los pensamientos descontrolados de las cosas que quiero hacer, de la forma de enfrentar mejor mi manejo financiero…. En fin….
Pero hoy me sentí mejor. El descanso largo me ha hecho recobrar mis fuerzas. Quería empezar a hacer el trabajo de cierre de la parte posterior de nuestro patio, pero como me sentía bien quise dedicar unos momentos a la música y tome mi guitarra y toque burdamente acompañamientos de temas de iron Maiden. Al rato se levanta mi mujer y mi hija y hubo algo de batería, regaloneos y cosas así.
Y cuando quise ir a mi labor planeada, mi mujer me cambia el esquema del día, diciéndome que quiere hacer cambios en el hogar. Que muebles pa’lla, que sillones pa’ca, bueno y accedí, sabiendo toda la pega que esto requiere. Y fui un fracaso. En todo el trabajo de cambios de mueble, de hacer aseo en donde nunca se hace, en desconectar y volver a conectar todo lo eléctrico, pase rabia todo el rato. Mi querida Vanessa me dice que no me enoje, que se supone que estamos ordenando nuestro hogar para que se vea más bonito, y en esto tiene razón. Ella puede hacer estas cosas con facilidad y yo solo termino enojado. Se me acaba luego la paciencia de hacer estas cosas, cuando debería aprovechar estas instancias y ser un buen hermetista, realizando el orden de la casa con más conciencia y dedicación, y así darle energía positiva  a la acción. Pero fracaso. Y fracaso cada vez que hago esto. Y en esto mi mujer me vuela la raja. No sé con qué cara yo la critico. Es obvio que tiene defectos, pero yo también y parece que los míos son más feos.
No sé cómo controlar este automatismo. Al ver que hay desorden me enfado, cuando voy a buscar herramientas para trabajar en el reordenamiento de algo, veo que también hay desorden, que en la pieza de lavado y herramientas hay ropa sucia por aquí y allá, cosas situadas en medio, cuando podrían estar a la orilla de la pared, dejando más espacio útil. Pero está desordenado, entonces ordeno ahí, para sacar las herramientas, para seguir ordenando allá, y allá sale más trabajo del que creo que va a salir y comienza la idiotez y la rabia y no soy capaz de reaccionar a esto.
Y empiezo a refunfuñar en mi cabeza que mi mujer deja cosas por aquí y por allá, que tiene ropa tirada por todos lados, que para que quiere tanta ropa, ropa que queda para el lavado y no se lava; y no sé cómo manejar esto. Quisiera hacer como ella que no se molesta tanto por eso, y hace mucho más que yo y en menos tiempo.
Bueno. Después de horas de trabajo veo los resultados, y debo decir que mi querida Vanessa terminó de hacer todo, yo llegué hasta la parte eléctrica y de ahí partí a bañar a mi pequeña hija, que le sumó a mi ánimo una cuota de enojo con su carácter luchador y que no sabe aceptar un no. ESTUVO TERRIBLE. Lloró todo el rato por que no la tomaba en brazos. Estaba ocupado en los nombrados quehaceres y ella quería estar en brazos, y en los míos, no en los de su madre. Y le negaba  la petición por dos cosas: una, que estaba ocupado; y dos: que no quiero que se acostumbre a que se satisfagan sus demandas en todo momento. Quiero que entienda que hay momentos en los que debe esperar y ser paciente. Ojalá me encuentre en lo correcto. Al final de tanto llanto la llevé a bañar, ya que eso la relaja mucho.
Mi mujer amada terminó de ordenar, hizo el almuerzo, lavó algo de ropa y preparó la mesa. Como si fuera un juego…
La casa estaba hermosa. Podía sentir en el ambiente el aire renovado, una cosa fresca que daba alivio. Que mezcla de sentimientos. Por un lado ese ambiente grato, el HOGAR vibrando en una paz de renovado sentir; y por otro lado mi pena de no haber actuado con más conciencia, voluntad y energía positiva en esto.
Bendita mi mujer que me da clase y no estudia hermetismo.

Es todo por ahora. Ya es tarde otra vez. 01:04 am.

No hay comentarios: